Durezas en los talones



Las durezas son un engrosamiento de la piel que normalmente aparecen en zonas de presión o roce. Las más conocidas son las que se producen en los talones, pero además de éstas, en el pie se pueden localizar durezas en otras zonas de la planta.
Generalmente las durezas no se consideran como enfermedad alguna y la población en conjunto tiene la creencia de que tener durezas entra dentro de lo normal. Esta consideración tiene sus matizaciones ya que la piel no tiene porque tener este engrosamiento y sólo se puede considerar una piel normal aquella que está exenta de ellas.
Es importante distinguir la dureza del callo. Las durezas no tienen núcleo hacia el interior de los tejidos a diferencia de los callos, suelen ser más extensas en superficie pero menos profundas. No se relacionan directamente con una prominencia ósea en concreto, sino que suelen afectar zonas amplias de la planta en la que se alternan zonas de prominencias óseas y zonas almohadilladas.

¿Quién lo produce?

En el caso de las Durezas en los talones la causa que las produce no tiene una relación tan directa con el aumento de presión o roce.
Generalmente, en verano el calzado de señora suele estar abierto por detrás dejando el talón al descubierto. Esta circunstancia provoca por un lado sequedad de la piel que se encuentra al aire, con lo que se favorece la formación de dureza por deshidratación. Por otro lado al estar el talón suelto se provoca un golpeteo de éste sobre la suela del zapato que provoca la aparición de durezas. El talón no está sujeto por el contrafuerte del calzado y cada vez que la persona camina, se levanta y golpea contra la suela una y otra vez durante la marcha.
Existen distintas enfermedades que también producen formación de durezas en los talones como es el caso de la queratodermia palmo-plantar, la psoriasis o diferentes alteraciones metabólicas del organismo. Determinadas alteraciones de los pies provocan un aumento de presión en el talón. Es el caso de las desviaciones del talón en valgo o en varo, que trasladan la carga hacia el lado interno o externo respectivamente.

¿Por qué y cómo se produce?

Los callos y durezas aparecen como mecanismo de defensa del organismo frente a una agresión externa. En el caso de las durezas de los talones esta agresión la provoca el golpeteo del talón contra la suela del zapato, al encontrase el pie sin sujeción durante la marcha. También la desviación del talón en valgo o en varo provoca un aumento de presión en una zona específica del mismo, que predispone a la aparición de callosidad en esta zona.
La piel tiene varias capas, siendo la más externa o superficial la epidermis. En la epidermis encontramos una proteína denominada “queratina”, que es la encargada de dar dureza y resistencia a nuestra piel. En condiciones de excesiva presión o roce, las capas más profundas de la piel (germinativas o formadoras de células epidérmicas) generan células epidérmicas en exceso, estas células contienen queratina lo que hace que se acumule en la epidermis, iniciando así la formación de las durezas.
Los callos y durezas provocan dolor debido a que se encuentran en zonas de roce y actúan como cuerpos extraños que se clavan en los tejidos.
Se ha demostrado por medio de análisis de la piel encallecida o helomatosa que el motivo del aumento en la generación celular a nivel dérmico va asociado al proceso inflamatorio que se produce por el roce de esta zona del dedo con el calzado. La inflamación libera sustancias a este nivel que estimulan el crecimiento celular epidérmico. Si además existen alteraciones o deformidades en los pies aumentan las posibilidades de conflicto con el calzado. Para evitarlo debemos elegir un zapato que no oprima el pie y permita albergar el volumen real del mismo.
Además de por situaciones de excesiva presión, existen enfermedades de la piel que pueden provocar durezas, como en el caso de la psoriasis o la queratodermia palmo-plantar, que cursan con un aumento de la generación de células epidérmicas.
El calzado abierto por detrás deja al aire el talón, favoreciendo la pérdida de agua de la piel por evaporación, lo que la hace más seca y escamosa pudiendo agrietarse y romperse con más facilidad.

Síntomas de las durezas

Las durezas de los talones producen los siguientes síntomas:
  • Dolor e incapacidad para calzarse o caminar.
  • Engrosamiento de la piel que se extiende por el talón en forma de herradura.
  • Grietas o roturas de la piel que cursan con escozor y picor.

¿Cómo se diagnostica?

El simple engrosamiento de la piel de forma uniforme y extendida en el talón se puede diagnosticar como una dureza. Un aspecto importante a tener en cuenta es diagnosticar la causa que la produce, lo que determinará su tratamiento. Habrá que diferenciar entre las durezas que se producen por un aumento de presión y las que se producen por una enfermedad dermatológica.
Habrá que buscar las relaciones con tipos de pies propensos a padecer durezas, que serán aquellos que tengan problemas estructurales o de apoyos, o aquellas personas que usen zapato abierto por detrás, dejando el talón al aire.
Las enfermedades como la psoriasis o la queratodermia suelen afectar otras zonas del cuerpo a parte de la planta de los pies.
La realización de un estudio radiológico puede complementar nuestro diagnóstico, ya que puede enseñarnos la situación de los huesos del pie y su angulación con respecto al suelo, lo que determina la formación de la dureza. En el caso de las durezas en los talones es importante determinar la alineación del talón.
También se puede realizar una biopsia de la piel para confirmar el diagnóstico exacto de la lesión. Este procedimiento estaría reservado para aquellos casos en los que se necesita diferenciar la callosidad de otras lesiones más graves.

Tratamiento para las durezas en los pies

Los callos y durezas son tan antiguos como el hombre, y su remedio ha sido motivo de preocupación durante toda su historia.
Está totalmente contraindicado el uso de callicidas o parches para eliminar las durezas. Estos agentes sólo provocan quemaduras en la piel y rara vez solucionan el problema. Las quemaduras o heridas producidas por los callicidas son uno de los primeros motivos de consulta del Podólogo. Su tratamiento es lento y complicado e implica padecimientos añadidos a los producidos por las durezas.
El Podólogo será por tanto el profesional cualificado para su tratamiento que consiste en cortar en capas finas la dureza hasta llegar a la base de la lesión. La eliminación del problema hace que disminuya considerablemente el dolor. Los pies se encuentran muy agradecidos después de estos tratamientos y el paciente puede incorporarse a su vida normal sin dolor y con comodidad al andar y al calzarse.
Es importante asegurarse de que estamos en manos del profesional adecuado para su tratamiento y que éste tiene la cualificación profesional requerida. A menudo existen personas o profesionales no cualificados que tratan los callos y las durezas y que pueden ocasionar graves problemas para nuestra salud en general. El Podólogo empleará técnicas e instrumental específico para solucionar su problema. Además, éste puede aconsejarle sobre tratamientos definitivos para las callosidades y le informará del zapato más adecuado a su tipo de pie.
A menudo las callosidades y durezas pueden solucionarse estudiando los problemas que las producen. La elección de un buen calzado, asociado a tratamientos específicos como la aplicación de cremas o pomadas hidratantes puede ayudar a la solución del problema.
El Podólogo le orientará acerca del uso de estos tratamientos y diseñará el más adecuado para cada problema.

Evitando las durezas

Existen una serie de consejos que pueden reducir la aparición de durezas en los pies:
  • No abusar del uso de zapatos abiertos por detrás, como sandalias o zuecos. Estos producen durezas en los talones.
  • Utilizar cremas hidratantes para reblandecer las durezas. Las cremas que contengan urea, ácido salicílico, ácido láctico, etc. Son las más apropiadas para este efecto. Consulte a su podólogo acerca de las concentraciones más apropiadas a su problema.
  • Utilizar Plantillas ortopédicas prescritas por su Médico o Podólogo que ayuden al pie a caminar de forma correcta y de esta forma evitar el apoyo excesivo sobre determinadas zonas de la planta del pie.
  • Visite a su Podólogo al menos una vez al año.